martes, 4 de enero de 2011

Let me know if you love me.



Mi familia parecía estar más que gratificada por la ocasión. Todo parecía perfecto en estos momentos. Mi madre sonreía de lado a lado, mientras que algunas de mis tías me ayudaban a arreglar mi cabello con ansiedad. Parecía que estaban todos aquí, esperándo a que esto terminara de una buena vez y esperándo a que todo esto llevara a un - imposible, a decir verdad - "final feliz".

Mi madre tomó el velo entre sus manos, y me lo colocó con cuidado. Mis tías soltaron un par de lagrimas cuando mamá me indicó que éste había sido el velo que había usado en su boda, cuando se contrajo matrimonio con mi papá. Le sonreí de medio lado y me acerqué a abrazarla. Escuché sus sollozos, a lo que yo simplemente le daba palmaditas en la espalda. Cuando nos separamos, sonrío con orgullo y seguido de eso, salió de aquella habitación.

El silencio se prolongó dentro del lugar. Miré hacia todos lados, hasta que mi mirada se encontró con el reflejo de mi rostro. Miré cada uno de los detalles. Mi maquillaje, mi cabello perfectamente arreglado, el fino velo, un collar de delicadas y perfectamente redondas perlas y éste vestido blanco...tan hermoso y elegante, algo que sólo se usaría en una de éstas ocasiones. No pude contenerme más. Las lagrimas comenzaron a caer sobre mis mejillas, con poca importancia de que mi maquillaje se corriera.

"No puedes hacer esto", me dije a mí misma. - No puedes. - dije ésta vez en voz alta.

Las lágrimas seguían escurriendo por mis mejillas. Después de unos minutos, paré de llorar, pues ya no podía respirar más. Mis ojos se encontraban hinchados y la impaciencia de los invitados comenzaba a crecer. Estaba consciente de que en unos minutos más estaba obligada a caminar hacia el altar. Me recosté poco a poco en uno de los sillones, mientras intentaba que las lágrimas pararan de una buena vez.

Vi como la perilla giraba con lentitud, por lo que me llevé las manos al rostro, tratando de ocultar la "evidencia". Lo vi a él, en su traje negro, parado en el marco de la puerta, mirándome con preocupación. Tragó algo de saliva y cerró la puerta tras de él.

- No puedo hacer esto. - le confesé, aún llorando.
- No. No llores, por favor. - me trataba él de consolar mientras se acercaba a tomar mi mano. - Hazlo por mí, por favor. - dijo, poniéndose en cuclillas junto a mí.
- Si no quiero hacer esto, es por ti. Tú eres la razón de que yo no quiera hacer esto, Daniel. No lo puedo evitar. Simplemente no puedo. - dije entre sollozos.
- Yo sólo quiero verlo feliz. - dijo él.
- Es tu mejor amigo, Jones. - dije algo repugnada de mí misma. - ¡Yo debería de quererlo a él! Entregarle mi corazón sin ninguna duda. - me llevé las manos al rostro, escondiéndome entre ellas. - Él es dulce, caballeroso, amable. Él me ama. Él es todo lo que tú no eres. - dije. - ¿Por qué debes de ser tú el que se interponga entre nosotros? - pregunté sin mirarlo.
- Nopuedo estar más de acuerdo contigo. - admitió en un suspiro.

El silencio se apoderó de la habitación. Levanté la mirada y me encontré sus grandes y azules ojos frente a mí. Me miraba fijamente, cómo si tratara de decirme que sentía todo esto, cómo si rogara por algo de mi misericordia.

- No puedo engañarme a mí misma, ni mucho menos a él. - le hice saber. Él bajó la mirada y después de algunos segundos, volvió a mirarme. Tomó ambas de mis manos y las acarició delicadamente.
- Tienes que hacerlo. - hizo una pausa - Olvídame. Por favor. - me dijo de repente. - Olvídame ya. - me ordenó.
- Esto no debe de ser así. Nunca debió de ser así. - le dije - Yo te odio. - una lágrima recorrió mi mejilla. Él estiró su mano y la llevó a mi mejilla, limpiándo la cristalina lágrima con dulzura y mirándome a los ojos.
- Yo no lo hago. - admitió. - Te amo. - me dijo. - Siempre lo haré. Siempre serás la única a la que yo haya amado. - agregó. - ¿Y tú? - preguntó, haciendo que mi corazón se acelerara cada vez más.
- Danny... -
- Sólo contesta. Sólo lo quiero saber. Lo quiero oír de tus labios. -
- Pero...él es tu mejor amigo, no puedo hacerle esto. - hice una pausa. - No puedo responder hacia ésa pregunta si sé que no valdrá la pena. - dije. Llevé mi mano hacia su cabello y lo acaricié, acomodándolo hacia a un lado. Nuestras miradas se cruzaron.
- Hazlo feliz. - dijo. - Yo intervine entre ustedes. Yo soy el culpable. - suspiró.
- No lo eres. - dije, posando mis labios sobre su frente. - Él no se merece esto. - murmuré.
- Pero él te ama. Te ama más de lo que cualquier hombre podría. Él se merece ser amado por ti, sentirse amado por ti. Yo no. Yo no merezco nada. - hizo una pausa y soltó un suspiro. - Hazlo por mí. - me pidió de nuevo. - Por favor. - Todo esto sólo ha sido un error. Un estúpido error. No lo eches a perder. Aprovéchalo. - insistía él. Yo bajé la mirada y asentí. Escuché como soltaba un bufido. Pocos segundos desupés, se acercó a mí y me besó la frente, para después alejarse poco a poco. - Me había imaginado que esto sería así. Soy un miserable. Una persona patética por imaginar que todo esto, la boda, sería así para nosotros. - dijo.Se quedó en silencio una vez más y me miró de reojo sobre su hombro, sonriendo de medio lado - Te ves hermosa con ese vestido. - me hizo saber - Espero que puedas usarlo en alguna otra ocasión. Sólo para mí. - bromeo. Se incorporó y se alistó para salir de la habitación.
- Danny... - le llamé, antes de que girara la perilla. - Te amo. - le dije.




No hay comentarios:

Publicar un comentario